El Problema de
la intuición y su historia
¿Además de un conocimiento racional
hay un conocimiento de otra especie, un conocimiento intuitivo, en oposición al
discursivo racional? Es la cuestión de
LAS FORMAS DEL CONOCIMIENTO
HUMANO.
¨Conocer
significa aprehender espiritualmente un objeto. Esta aprehensión no
es por lo regular un acto simple, sino que consta de una pluralidad de actos.
La conciencia cognoscente necesita dar
vueltas, por decirlo así, en torno a su objeto, para aprehenderlo realmente. Pone su objeto en relación con otros, lo
compara con otros, saca conclusiones, etc.
La conciencia
cognoscente se sirve de las más diversas operaciones intelectuales. Se trata
siempre de un conocimiento mediato,
discursivo. Esta última expresión es singularmente exacta, porque la conciencia cognoscente se mueve, en
efecto, de aquí para allá.
Ahora bien: cabe preguntar si hay un conocimiento
inmediato además del mediato, un
conocimiento intuitivo además
del discursivo.
El conocimiento intuitivo consiste, como dice su
nombre, en conocer viendo. Su
peculiar índole consiste en que en él se
aprehende inmediatamente el objeto, como ocurre sobre todo en la visión. Aprehendemos inmediatamente, en efecto,
todo lo dado en la experiencia externa o interna. Inmediatamente percibimos el
rojo o el verde que vemos, el dolor o la alegría que experimentamos. Pero, cuando
se habla de la intuición no se piensa en esta intuición sensible, sino en una intuición no sensible, espiritual.
Cuando, por
ejemplo, comparamos el rojo y el verde y pronunciamos el juicio: ¨el rojo y el
verde son distintos¨, este juicio descansa en una intuición espiritual
inmediata.
Aprehendemos de
un modo inmediato, intuitivo, tanto lo inmediatamente dado de que parte nuestro
conocimiento, como los últimos principios, que constituyen la base del mismo
(El principio de contradicción, de causalidad, etc.). Es lo que se llama intuición formal.
La intuición material, en
la cual no se trata de una mera aprehensión de relaciones, sino del
conocimiento de una realidad ¨material ¨, de
un objeto o un hecho suprasensible. Esta
intuición material es la que llamamos intuición, en sentido propio y riguroso.
Esta intuición
material puede ser de diversa índole. El
ser espiritual del hombre presenta tres
fuerzas fundamentales: el
pensamiento, el sentimiento y la voluntad. Son tres diversas tendencias o
direcciones de la vida psíquica humana.
Conforme a esto debemos distinguir una intuición racional, otra emocional y otra volitiva. El órgano cognoscente es, en la primera, la razón; en la segunda, el sentimiento; en la tercera, la voluntad. En los tres casos hay una aprehensión
inmediata de un objeto y esto es
justamente lo que pretende expresarse
con la palabra ¨intuición.¨
Todo objeto
presenta tres aspectos o elementos:
esencia, existencia y valor. Por consiguiente,
podemos hablar de una intuición de la esencia, una intuición de la existencia y una
intuición del valor.
La primera
coincide con la racional; la segunda, con
la volitiva; la tercera, con la emocional.
En Platón, las Ideas son percibidas inmediatamente, intuidas espiritualmente por la razón.
Se trata de una intuición material, pues lo que percibimos son determinados
contenidos espirituales, realidades materiales. Esta intuición debe
caracterizarse, además, como una intuición estrictamente racional. Pues es una
función del intelecto, representa una actividad
rigurosamente teórica, intelectual.
La contemplación de Dios en Plotino, no es algo puramente racional, sino que está fuertemente empapada de
elementos emocionales. Es una
contemplación mística, en que no sólo tiene
parte el intelecto, sino también las fuerzas activas del hombre.
El pensamiento
de una visión mística de Dios pasó
de las obras de San Agustín a la mística de la Edad Media. Ésta se presenta
como la adversaria de la escolástica intelectualista.
Mientras ésta sólo admite un conocimiento discursivo racional, la mística
defiende el derecho de la intuición, en especial de la intuición religiosa. ¨El método frío, abstracto e impersonal de la silogística, con sus rígidas
formas, reglas y argumentos, no es para la mística el ideal o el medio único para alcanzar la
verdad. La mística ve una fuente
de verdad tan segura, si no
superior, en las vivencias y
experiencias subjetivas, en la intuición subjetiva, en videre (ver), sentire (sentir) y experiri (experiencia) espiritual, y en los
sentimientos y deseos –en ocasiones
extraordinariamente intensos- que acompañan a las vivencias e
intuiciones íntimas.¨
Unos (San Agustín, San Buenaventura)
proclaman una visión inmediata, mística
de Dios. Otros (Santo Tomás), sólo
admiten un conocimiento mediato, discursivo, racional, del mismo. Según aquellos,
Dios puede ser experimentado y vivido
inmediatamente, puede ser visto espiritualmente; según éstos, necesita ser demostrado.
El
reconocimiento de la intuición como una fuente autónoma de conocimiento se
encuentra también en Pascal (también en
Descartes, ¨pienso, luego existo¨), que con su afirmación: le coeur a ses raisons, que la raison ne
connai pas (el corazón tiene razones
que la razón no conoce), pone al
lado del conocimiento por el intelecto un conocimiento por el corazón; al lado del conocimiento racional, un
conocimiento emocional.
Para Kant (y otros filósofos) sólo hay un conocimiento
discursivo racional.
Según Hume, ¨la
fe, es mucho más propiamente un acto de la parte afectiva de nuestra naturaleza
que de su parte pensante.¨
Un conocimiento
intuitivo en el terreno religioso es enseñado en el siglo XIX por Fries y
Schleiermacher. El primero, distingue
tres fuentes de conocimiento: el saber,
la fe y el presentimiento. ¨Sabemos de los fenómenos, creemos en la
verdadera esencia de las cosas, presentimos ésta en aquella. Fries define el
presentimiento como ¨un conocimiento por
puro sentimiento ¨. El presentimiento es, según esto, el órgano del
conocimiento religioso.
Para cohen
(escuela de Marburgo), la intuición es una ilusión y, por
ende, la viva contradicción del
pensamiento científico. Por eso no puede tomarse nunca en consideración como un medio metódico de conocimiento. Hay que mantener la exigencia de un método
para el conocimiento.
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