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domingo, 20 de julio de 2014

Relacionando lecturas



El valor del Subentendido
Por Vicente Verdú (Diario El País, SL)

Si amamos tanto la vida es porque resulta inexplicable, si se teme tanto a la muerte es porque no la comprendemos. El núcleo de la cultura radica en el malentendido o el entendido a medias. La electricidad permanece como la invención quizás más radiante de todos los siglos por falta de un conocimiento cabal sobre su naturaleza. Aunque sea duro y comprometido decirlo, la transparencia, tan reclamada hoy, arrastra al fin de la cultura. O acaso el final de todo.
El gran amor o la incurable animadversión se fundan en una ofuscación intensa y de la que parte el extraordinario grado de su pasión. Igualmente, un cuadro, un texto o un diseño mantendrán su máximo atractivo si no pueden revelar su concepción por completo.
El malentendido en forma de subentendido (entendido por debajo) posee una doble significación. Alude a lo que se cree entender sin haber sido captado con nitidez o a lo que nos convence por la fascinación del resto que quedó incomunicado. Es, sin más, la clave de la buena o de la buenísima poesía. No somos capaces de mantener la comprensión a través de los versos y este desvío del tubo lógico nos lleva a un paraje abierto en donde de repente todo se hace diáfano y mediante un especial resplandor. Pero este resplandor no coincide, desde luego, con una mejor visión del suceso sino precisamente con su golpe cegador.
En las religiones, los Mesías ganaron adeptos por millones enunciando dogmas imposibles u obviedades desconcertantes como “Yo soy el que soy”. No saber por completo qué ha querido decir el buen mesías y el filósofo en su flamante discurrir o el músico en su turbadora emisión convierten la pieza en objeto de culto siendo “lo culto” parte inseparable de “lo oculto”.
Si la cultura la vemos amenazada alguna vez es, debe asumirse, por causa de su barata divulgación. La extrema obsesión por hacerse entender por todos convierte la comunicación en una simpleza. De hecho, aún en el peor de los males, esta Crisis económica es grande porque nunca se entendió bien.
El lento cine de autor que veíamos en los años sesenta era más memorable que las actuales películas de acción por el hecho de que en las actuales no hay nada que entender y en las otras, la propia confusión de autor y público, enaltecía el impacto. Lo explicable o lo explicado queda encerrado en una jaula de hierro mientras que la libertad tiene que ver con lo indefinido. Sin más, la revelación posee dos consecuencias: bien nos destapa lo encubierto o bien, como en la fotografía, llega a velárnoslo todo.
Los inventores, los innovadores, los emprendedores, los conquistadores nacieron en los entresijos de lo relativamente cierto. Es decir, en los filos de varias incertidumbres que, como pliegues de la época, se abrían a otros conocimientos. Los programas de televisión demasiado explicativos como Aquí la Tierra tienen los días contados mientras que otros como Sálvame han cumplido cinco años con cuatro horas diarias de emisión infernal. Lo ambiguo nos divierte y alimenta pero lo inequívoco nos aburre y envenena.
Pinturas, textos, fotos, danzas son encantadoras gracias a que guardan su secreto. Un secreto para ellas mismas y los demás,  puesto que el arte en primer lugar y la vida en cualquier ámbito solo pervive gracias a la parcial cinta de muerte que la merodea.

ACTIVIDAD:

1.       Leer el texto y expresar una opinión personal, relacionándolo con  la lectura del texto sobre la filosofía de Schopenhauer.

jueves, 10 de julio de 2014

ARTHUR SCHOPENHAUER Y LA VOLUNTAD



Objetivo: Acercarnos al pensamiento filosófico de Schopenhauer de una forma crítica y creativa.

ARTHUR SCHOPENHAUER

“¿Cómo podemos escapar del dolor de la existencia? ¿En qué consiste este mundo que vivimos anhelando cosas que no llegan y nos hacen sufrir, y cuando llegan nos sacian y nos hastían y nos proyectan hacia otros deseos? ¿Cómo podemos salir de ese círculo dramático? ¿Cómo escapara de la maldición de la voluntad, de esa cadena de deseos y de dolores, esa sumatoria de afanes y desasosiegos que conforman la vida humana? Esas preguntas y la búsqueda de sus respuestas conformaron el núcleo del pensamiento de Schopenhauer.” Y es por esta razón que es considerado como el filósofo pesimista, que habló del dolor y del sufrimiento de este mundo, influido sin duda por el pensamiento oriental, de quien es un gran lector y asiduo seguidor.”
Schopenhauer nació en Danzig en 1788 y muere en 1860, filósofo alemán de cuyos padres tienen un origen holandés. Su obra más importante es “El mundo como voluntad y representación.
“Los individuos estamos contagiados por el mal universal, pero al menos podemos intentar escapar de él, por la vía de la razón, que tiene una función práctica: liberarnos de los males del mundo. Quien se deja llevar por la pasión, por el deseo o por la voluntad está condenado, continuará el ciclo permanente que lleva de sufrir por no tener, o a tener y por lo tanto sufrir por hastiarse de tener. La razón es la que nos puede mostrar las cosas tal como son y al verlas hacernos renunciar a la voluntad que nos constituye.
La voluntad cósmica desea cosas que no llevan a nada, más que a seguir deseando. Es decir, desea desear. La voluntad lo que desea es  querer siempre más y prolongar esta especie de terrible circo de las pasiones y de los enfrentamientos. La razón nos puede revelar  la voluntad tal como es y al verla hacernos sentir el lógico rechazo y renunciar a participar en ese juego del cual nadie puede salir bien parado.
El sentimiento más propio por el que  saboreamos la voluntad es el dolor. No sufrimos por desviarnos del dictado de la voluntad, sino por someternos ciegamente a ella: sólo oponiéndonos a la voluntad, aboliendo a su ímpetu, podríamos suspender el dolor y el mal.” (Tomado de La Aventura del pensamiento de F. Savater)

El concepto de voluntad, en el estricto sentido schopenhaueriano, no alude a la mera facultad psíquica de querer sino que, antes bien, se refiere a un ser o esencia (Wesen) de carácter metafísico cuyo correlato sensible es el mundo fenoménico. En efecto: el mundo de los fenómenos —que a diferencia de la Voluntad está sujeto indefectiblemente a las coordenadas espacio-temporales determinadas por el principio de individuación (principium individuationis) y a la ley de causalidad—, no es más que la Voluntad misma «objetivada» que, en cuanto tal, debe ser entendida en términos de lo que Schopenhauer llama «representación» (Vorstellung).
Según Schopenhauer, la voluntad —en su modo de ser objetivado— se manifiesta en todos los estratos del mundo natural, desde la simple piedra hasta el hombre, en quien alcanza su grado máximo al adquirir la forma del deseo consciente —en cuyo único caso pasa a identificarse con la noción corriente de voluntad—. En sí misma, sin embargo, la Voluntad no es otra cosa que «un ciego afán (Drang), un impulso o pulsión (Trieb) carente por completo de fundamento y motivos» (El mundo como voluntad y representación, II. ii, 28). En otras palabras:
Bajo tales aspectos, entonces, resulta evidente que yo, con razón, haya puesto a la Voluntad de vivir como lo ulteriormente inexplicable, o más bien, como fundamento y base de toda explicación y que esta —muy lejos de ser un palabrerío vacío como 'lo absoluto', 'lo infinito', 'la idea' y demás expresiones similares— sea lo más real (das Allerrealste) que conocemos; más aún: el núcleo de la realidad misma (der Kern der Realität selbst). (Ibid.)
Ahora bien, en la medida en que la voluntad se expresa en la vida anímica del hombre bajo la forma de un continuo deseo siempre insatisfecho, Schopenhauer concluye que «toda vida es esencialmente sufrimiento (Leiden)» (Op. cit., IV, § 56). Y aun cuando el hombre, tras múltiples esfuerzos, consigue mitigar o escapar momentáneamente del sufrimiento, termina por caer, de manera inexorable, en el insoportable vacío del aburrimiento. De ahí que la existencia humana sea un constante pendular entre la Escila del dolor (Schmerz) y la Caribdis del tedio (Langeweile), periplo éste que la inteligencia sólo puede anular a través de una serie de fases que conducen, progresivamente, a una negación consciente de la Voluntad de vivir.
 Es por ello por lo que Schopenhauer propone una huida del mundo. Con todo, no aprueba el suicidio como camino, ya que el suicida no renuncia a la vida en sí misma, sino a la que le ha tocado vivir en condiciones desfavorables. Por lo tanto, el filósofo reconocerá como válidas sólo tres alternativas, que jerarquiza según el grado de aniquilación de la Voluntad implicado en cada una de ellas:
  • la contemplación de la obra de arte como acto desinteresado, fundamento de su estética;
  • la práctica de la compasión, piedra angular de su ética;
  • la autonegación del yo (asimilable a una suerte de nirvana) mediante una vida ascética.
Por lo demás, Schopenhauer fue el primer gran filósofo occidental que puso en contacto los pensamientos de su época con los de Oriente y uno de los primeros en manifestarse abiertamente ateo. “ (Tomado de Wikipedia)


ACTIVIDAD

1.       ¿Qué es la Voluntad para Schopenhauer?
2.       Elabora un escrito corto, expresando tu opinión  de la  postura filosófica de Schopenhauer.